26 noviembre, 2009

Combatiendo gigantes

Se sientan frente a mi angustia y se ahogan en el océano de mis lágrimas. Esquivan mi frustración y recogen los pedacitos estallados de una esperanza que de tanta aflicción terminó por desgastarse. Me escuchan despotricar contra todo sin inmutarse por la toxicidad de mi desesperanza y aguardan pacientes a que se acaben las palabras y comiencen los suspiros. 

Recién ahí, arremeten.

Juntan mis lágrimas y las ponen a secar bajo el sol de Noviembre; mascullan un par de retos, tres amenazas y un consejo; llenan mis oídos de posibilidades y cubren mi agenda de planes armados con paciencia y serenidad; convencen a mi incertidumbre diciendo que puedo, que siempre puedo.

Me disfrazan de David envolviéndome de ánimos para enfrentar -de esta manera- al Goliat que hoy en día me tiene a inquietudes y titubeos. Y así voy yo, con mis ojitos empequeñecidos por el llanto, el cuerpo a medio curar y un alma vulnerable, a luchar por lo que me corresponde. 

Yo, que de tan pequeña soy presa fácil para varios, me enfrento con un gigante de diecisiete pisos y códigos que se parecen más al de la selva que al de una comunidad de adultos profesionales, donde solamente el más apto sobrevive a los obstáculos e injusticias y alcanza el título que lo acredita para sanar a los demás.

Voy calibrando mi puntería y practicando golpes certeros para derrotar al monstruo invencible que se ríe en mi cara, burlándose de mis esfuerzos por concluir satisfactoriamente otro año de facultad.
Llevo conmigo puñados de fuerza, pilas de buenos augurios y montones de amuletos que desbordan mis bolsillos. Porque, a pesar de mi pequeñez y de su enormidad, pretendo defender mis esfuerzos hasta las últimas consecuencias aunque tenga que dejar lo que me queda de energía en el camino. 

Después de todo, tengo la certeza de que cuando mis tobillos flaqueen y se aflojen mis rodillas, alguien vendrá para recoger el ánimo desparramado y empalmar nuevamente el cuerpo desarmado. 

Y así volver a empezar.





[I'm fighting Goliath
With my little David, little David tears]



23 noviembre, 2009

Postal de domingo





Tan parecido a otros tantos domingos con cielo marfil, calles desiertas y compañías ridículas. 
Tan parecido a todos los veintidós que se repiten sistemáticamente en el calendario. 
Tan parecido a los últimos días de un verano que no quería volverse otoño. 


Y un  detalle que lo hace tan diferente a todo. A todos.






17 noviembre, 2009

Juventudes




¿Dónde quedaron la rayuela y el cielo, la mancha estatua, las figuritas imposibles de conseguir? ¿En qué álbum perdieron su pegamento los stickers de felpa que valían por dos o tres de los otros, al momento de intercambiarlos? ¿Qué destino tienen las tapitas de las botellas, ahora que los chicos no las usan para jugar a golear con sus deditos en los recreos?

Me pregunto dónde estarán los chicos que llegaban con los pantalones rotos a sus casas después de un partidito en el patio del cole. Dónde estarán las madres que remendaban aquellos agujeros con pitucones al tono, una y otra vez. Dónde, las chicas que escondían secretos en cuadernitos que guardaban con cautela y recelo.

Porque los chicos de ahora ya no canjean figuritas; sólo reparten puñetazos y patadas.
Y las chicas de ahora ya no saltan la soga ni juegan al elástico; sólo cuentan besos regalados durante el fin de semana a caras bonitas sin nombre y varios años de más.
¡Ni hablar de las madres! Que desaparecieron de los colectivos inundados de guardapolvos blancos y mochilas pesadas. Esos mismos colectivos en los que me toca viajar a mí cuando voy para la facultad y donde me horrorizo de pensar que la mancha y la escondida ahora son reemplazadas por una rara costumbre de peleas y violencia; de escuchar aquellos secretos que se solían esconder en diarios íntimos, pero que ahora se vuelven nota pública para todos los pasajeros; y de comprender que estos preadolescentes no se parecen en nada a la que yo dejé atrás.


A la que saltaba al elástico en los recreos.

A la que ansiaba llegar al cielo con sólo una piedrita y turnando el pie que se elevaba al aire.

A la que coleccionaba stickers, papel de carta, suspiros, secretos.

11 noviembre, 2009

Último esfuerzo

Un par de retos, tres consejos y "yo te ayudo" fueron suficientes para desenterrar mi banderita blanca y, en consecuencia, alzarme nuevamente en pos del esfuerzo y el intento. La empatía y el cariño fraternal que mis compañeros tienen para conmigo fue el arma que utilizaron para convencerme de que no perdía mucho (en realidad, no  perdía nada) si me decidía por hacer un último esfuerzo.

Revisamos cronogramas, armamos planes, reorganizamos clases, desarmamos lo planeado y volvimos a empezar. Así por un buen rato, hasta que todo encajó
Y yo te ayudo. 
Y está bien, gracias.

Le siguió un fin de semana con lecturas maratónicas, almuerzos casi merienda, bacterias-hongos-parásitos-virus, risas, chistes sin sentido, café con galletitas, su casa, el departamento de mi abuela. Y mil y una excusas para no rendir la materia que había decidido dejar setenta y dos horas antes.

Lo cierto es que fui. Lo intenté. Me presenté al exámen, pero con la condición de que si me iba mal el abandono sería definitivo; de manera contraria si yo aprobaba, seguiría con la materia.

Entré ansiosa.
Resolví los casos clínicos mientras mis piecitos se balanceaban en el aire.
Pinté los circulitos de las respuestas correctas.
Entregué el exámen, firmé, agradecí y me fui. 

Afuera me esperaban todos, con caras raras. Y más afuera el cielo se desarmaba en gotas y truenos.
Adentro todo era impaciencia y espera, hasta el momento en que publicaron las respuestas correctas.



Sí, aprobé. 
Adiós a mi amenaza de abandono. 
Hola al último esfuerzo.



[imágen de aquí]

03 noviembre, 2009

Cuestión de valores

Flori
Mirá XY, a mí no me molesta que digas ye cuando en realidad es igriega, ni que les digas colectivo a los micros de larga distancia, ni que me invites a tomar unos mates a tu departamento. 
No es eso, para nada. 
Lo que me molesta es tu falta de valores nomás, que me genera unas ganas terribles de revolearte el libro de patología* por la cabeza.


XY
¿Falta de valores?


Flori
Sí, eso mismo.
¿¡Cómo me vas a negar dos veces.. DOS VECES, que hace más de un año estás noviando con una chica de tu ciudad!? Y no es que yo tenga la bola de cristal, eh.
Lo dice bien clarito en el feisbu. En una relación con Fulana de Tal.


XY
¿Qué tiene que ver con los valores eso?


Flori
Todo, XY. Todo.
Estás en una relación con alguien a quien hace más de un año venís cuidando, adorando, amando y en menos de diez minutos, con una charla y un "sos muy simpática"... ¡puf! Desapareció de tu radar.
La hiciste desaparecer no con tu invitación, que podría haber sido completamente amistosa, sino con tu negación. Doble negación, para ser más precisos.
No tenés idea de lo afortunado que sos al tenerla a un subte de distancia. Así que sí, XY. Valores.
Se ve que estaba en la patita que te falta del cromosoma.
Chau.




* Robbins, séptima edición. Original. Tapa dura. Mil quinientas diecisiete páginas. Pesa más que yo. En serio. 
Sino, pregúntenle a Diego.