30 noviembre, 2008

Flori, estás nominada

Me tomé unos minutos para airear mis neuronas hastiadas de bioquímica. De paso, y aprovechando que la lluvia parece inspirarme, decido responder a las nominaciones que andan circulando por la blogósfera.

Subí al estrado para recibir el Premio al Esfuerzo Personal, gracias a Blonda y Mery.




1- Hacer reseña en el blog , correspondiente a la persona que te lo envió.
Blonda es como mi angelito terrenal y mensajero anónimo. Yo la contacté a ella, incluso antes de tener blog, y ella me leyó y aconsejó. Luego me dio la bienvenida a este mundo, y continuó sus visitas. 
Siempre alentadora, con sus consejos y advertencias; y hasta siento que aunque muchos años nos distancien, hay una especie de fraternidad femenina que nos acerca mucho más.

En cuanto a Mery, también me recibió con bonitas palabras y continuó haciéndolo. Mi paso por su blog siempre me deja pensando que no soy la única que padece de ciertas conductas ansiosas, ni víctima de reapariciones misteriosas. Somos muchas, y las invito a que participen de esta votación.

2- Publicar las reglas en el blog. 
Done =)

3- Exponer cinco valores que consideres positivos. 

Honestidad
Humildad
Bondad
Generosidad
Respeto

4- Exponer cinco valores que consideres negativos. 

Deshonestidad
Engaño
Desprecio
Injusticia
Arrogancia

5- Avisar a los galardonados con un comentario en sus blogs.
A saber: 
Male, que todos los días lucha por recuperarse 
James, porque esa independencia está llegando gracias a tus esfuerzos 
Vere, que mientras adolece va creciendo y creciendo 
... Y a todos los que se esfuerzan y luchan constantemente.



Paso ahora a la Foto Sorprendente que Oli me nominó para que mostrara. Busqué y busqué, y realmente no tengo alguna imágen que sorprenda al público o lo deje sin aliento. Pero sin embargo, mientras revisaba las carpetas en mi pc, me topé con la siguiente foto que me llevó muchos años atrás y me dejó sonrisas para rato.






Hermano Grande, Mamá, Hermana y yo ahí abajo. 
La paciencia de mi mamá se le notaba en los gestos, en ese entonces, dado que mi hermanito no había nacido. Miren los rulos de mi hermana, ¡otra que para la propaganda del shampoo de los rulos toing! Yo ya no estoy tan rubia, ni mi hermano tan gordito. 
Ninguno de nosotros sigue tan inocente ni jóven como en aquellos tiempos. Ninguno de nosotros derrocha tantas sonrisas como en esa foto. Y ninguno de nosotros, definitivamente, se imaginó que crecer implicaría mucho más que adoptar nuevos gestos, conservar otros y ocultar unos pocos. 
Esta es mi Foto Sorprendente, donde soy yo la que queda atónita frente a una versión mía de hace aproximadamente más de diez años atrás. Y me proyecto de ahora a diez años más. Y me saco una foto, para enterrarla en mi memoria y verla en ese futuro.

Caballero Diéresis, Sweet Carolain, Sil, Olivia, los invito a que ustedes busquen su Foto Sorprendente y nos la muestren. Y a todo aquel que así lo quiera, también.



28 noviembre, 2008

Thinking in the Rain

Finalmente llegó el descanso. Las gotitas de lluvia en el cemento del patio son la prueba fiel de que el calor va a darnos tregua. Al menos por un rato.

No hay nada que me guste más que el olor de la presentación de una buena tormenta. Ese olor a ozono, según Mamá, que parece desprenderse del pasto que mi Hermano olvidó cortar. Y acá estoy, sentada en el escalón que invita al jardín, con los ojos cerrados, y llenando mis pulmones del "olor a lluvia". Bautizando mi libretita rosada, y escuchando Discipline of Rain.

Es inevitable pensar, en estos momentos. Pensar en pasado, y en futuro. No en presente, porque cuando intento pensar en él, siento que ya se fue.. que ya forma parte de lo que pasó.
Es inevitable volver a los tiempos donde las responsabilidades eran menores, donde las satisfacciones eran mayores, y donde la lluvia era simples gotas que caían del cielo y nos permitían salir -a mis hermanos y a mí- con los paraguas colorinches a chapotear en los charquitos que se forman en el patio.
Es prácticamente imposible no sentirme así: ni lo suficientemente triste como para llorar, ni lo suficientemente contenta como para reír. Ni nostálgica, ni melancólica. Ni simpática, ni malhumorada.

Me doy cuenta que todas las circunstancias memorables de mi vida tienen como trasfondo una lluvia: el primer beso con Rober, el adiós al Doc, mi último cumpleaños. Y estos últimos días estuve pidiendo a gritos una tormenta que deje mi casa sin luz por un tiempo. Para buscar velitas, y para jugar a tener miedo a la oscuridad. 
Viéndolo desde acá, sentada y con mensajes de Juan llegando a mi celular, pienso que quizás mis deseos de tormenta sean para recordarlo. Para que el día del beso también tenga su llovizna, y quede guardado entre mis recuerdos. Porque tengo esta sensación de que su pavor a las relaciones serias no nos va a permitir más que eso. Besos casuales, visitas planeadas contadas veces a la semana, pasos premeditados por las mismas calles de Buenos Aires y sin manos estrechándose.

Me pregunto cuándo será que logre convencerme de que, por más que lo intente, sus miedos no se van a ir con sólo chasquear los dedos o mover mi nariz. Me pregunto cuánto estoy dando, y bajo qué costo... porque cuando estoy bien doy cuanto tengo, y no siempre tengo retribuciones. ¿Por cuánto me ilusiono, entonces, y lo ubico en el pedestal del cual no le permito caer? ¿Por una amistad con derecho? ¿Por una relación que ni siquiera me deja en claro si puedo llamarlo a las tres de la mañana cuando los fantasmas del recuerdo vienen a jugar con mi insomnio?

Sé que mañana lo voy a ver, y probablemente Juan pregunte qué era lo que me pasaba hoy. Sé que no voy a poder responderle, y tal vez masculle un "nada, el calor". Sé que no va a creerme, pero mis evasivas van a lograr que el tema se evapore con los restos de esta lluvia que amenaza con seguir.


Ya van tres relámpagos, y ningún trueno. Tres avisos mudos, que me tienen esperando el momento de cerrar los ojos como protegiéndome del sonido. Tres resplandecientes anuncios celestiales, que indican que ésta no será noche de respuestas.

Ojalá refresque. Y ojalá llueva unos días más.
Me voy a dormir.



Truena, finalmente.



Well I’m not feeling too bad
And nothing stays the same
It’s so hard to know the discipline of rain.




25 noviembre, 2008

Realidades




Hay una realidad: tengo una lista mental con los requisitos que un hombre debe tener para ganarse mi corazón.
Lista sujeta a modificaciones, a la que le agregué ciertos detalles y le resté otros. Requisitos que muy pocos lograron cumplir y que, frente a la primer señal de desacato, desencadenan una suerte de desinterés de mi parte que termina en la creación de otra lista, pero con defectos de la otra persona.
Es una lista mental que no hago pública por el simple hecho de no querer encontrarme con algún pretendiente fingiendo actitudes o forzando acciones sólo para asegurarse un futuro a mi lado. Es mi lista, única y valorable.

Tal vez mi Amiga del Alma no haya sido la única que se volvió quisquillosa y selectiva con el tiempo. O tal vez no quiera conformarme con lo primero que se me cruza en el camino, y por eso voy marcando con cruces o tildes cada renglón que anuncia la presencia o ausencia de distintas cualidades atractivas. Cualidades reales, alcanzables, que varios masculinos me enseñaron con el correr de los años. 


Hay otra realidad: Juan no cumple ninguno de ellos. 
La lista que lleva su nombre está llena de crucecitas coloradas, de anotaciones y recomendaciones, y hasta tiene dibujitos en los márgenes. De esos que hago cuando estoy distraída en clase, y se me da por jugar de artista entre sonrisas. 
La falta de tildes verdes esperanzadoras tendería a despertar mi desinterés, normalmente. Pero por alguna razón me encuentro pensando en él una parte considerable del día. Y tal vez ayuden los miles de mensajes que llegan a mi celular con su nombre, revelando que él también piensa en mí aunque haga muchos esfuerzos por ocultarlo.

Normalmente, me encontraría enumerando defectos hasta que su simple presencia deje de rondar mis pensamientos.
Normalmente, no me preocuparía por quedarme sin crédito en el celular.
Normalmente, el desinterés llamaría a mi puerta y llevaría mis pasos hacia otra dirección.
Pero esta no es una situación normal, y me propongo buscar algún huequito para verlo; uso los celulares de mis hermanos, si es necesario; y hasta siento este incontrolable interés por saber más acerca de este muchacho que no deja pasar un día sin mantener contacto conmigo.

En mi presente realidad, me encuentro con mis requisitos mentales por un lado y sus cruces por el otro. Pero así y todo me aliento a intentarlo. Insisto en que, si la señal de alerta todavía no sonó, tal vez no haya problema en darle una oportunidad...

La oportunidad de ser la excepción a la regla.


23 noviembre, 2008

Love is in the air




Anoche, mientras miraba la Sinfónica de Berlín por la tele, analicé minuciosamente todos los acontecimientos que tuvieron lugar en la semana que ya dejo atrás. Y entre los violines y las 30 mil personas que asistieron al evento, me ví a mí misma reflejada en la pantalla, sonriendo.

Para empezar, Pizzu nos dio un alegrón tremendo al confesar que abandonaba la soltería. Semejante anuncio nos agarró a todos desprevenidos, porque nadie sabía de la presencia de este nuevo muchacho en la vida de mi amiga.
Pero más allá de lo contenta que estoy por la noticia, rescato su coraje al decidir avasallarse contra todos los miedos que la soledad le había generado. Y a los cuales se estaba acostumbrando.

Siguiendo con mi Amiga del Alma a quien, hace unos meses atrás, el amor de su vida le confesó que no toleraba los kilómetros que separan Buenos Aires de Santa Fé, dejándola con enojos y lágrimas atragantadas.  
Resultó ser que, como parte de su duelo, se armó de un mecanismo para alejar a todo masculino que se le  acercara. Se volvió quisquillosa y selectiva, alejándose de los besos y de los amores casuales. Hasta que, finalmente, se cruzó con un apuesto prince charming en el consulado español. Lo rastreó por cielo, tierra y agua, hasta que lo encontró. Y hoy pasean por las aguas del Tigre, en el botecito del caballero en cuestión.

Juana, por su parte, sigue pactando encuentros con sus masculinos de la web. 
Es acompañada a recitales, como así también en los viajes del subte o en el piso de juegos del shopping Abasto. Estira sus redes con su simpatía y su sentido del humor. Conquista nuevos barrios y acumula encuentros para cuando termine de rendir. 

Yo, en cambio, abandono una semana de paseos por la 9 de Julio con Juan. De caminatas, charlas, carcajadas. De mensajes al celular cada vez con mayor frecuencia, y de sonrisas al encontrarme con ellos. De esperanzas crecientes. De ilusiones surgientes.
Traigo al presente la promesa de un beso que empezó como un juego, y que todavía no se hace realidad. Ese beso imaginario, que cada vez que Juan me lo recuerda me deja una sensación rara en la panza. Ese beso que puede acercarnos, o alejarnos (pero que nos acerque, ¿si?) ..


Y debe ser que algo flota en el aire. Algo que contagia, y hace sonreír.  Algo que me hace pensar que quizás, este fin de año, me sorprenda marcando un número de teléfono nuevo; o pidiendo nuevos deseos al chocar las copas en el último segundo; o señalar al cielo los fuegos artificiales, mientras que sujeto fuerte a una mano que me acompaña. Algo que ojalá se expanda cual pandemia y les llegue a todos, porque se siente muy bien.


22 noviembre, 2008

Premio Happy Ending =)




¿Cuántas veces escribí, de pequeña, y vivieron felices para siempre? ¿Cuántas veces lloré, creciendo, con las películas que culminan con un enorme beso apasionado que involucra a dos personajes que el destino se empeña en juntar? ¿Cuántas veces pensé, de grande, yo también quiero mi final feliz

Blonda me premió con un fuerte deseo de Happy Ending, y lo llevo orgullosa en mi blog. 
Frente a la consigna que suscita la nominación, me propuse escribir todo lo que implicaría alcanzar ese momento tan deseado. Sentada en la plaza que está frente a mi facultad, escribí. Observé, analicé, y escribí.

"Es encontrarlo, y que me encuentre a la vez. Es ser mujer, e ir por la vida con todos mis encantos sólo para él. Es tener toda esta sensibilidad a flor de piel, y contar con sus brazos contenedores anudándose en mi cintura. Es despertarme y verlo ahí, con su pelo revuelto, entre mis sábanas. Es desear ser una mejor persona al verlo sonreír. Es admirarlo, y saberme admirada por él.  Es acompañarlo, escucharlo, retarlo, amarlo. Es caminar de la mano, con arrugas al por mayor y miles de vivencias tras la retina, con la misma mirada enamorada de siempre."


Puede que con el tiempo agregue detalles. No creo que quite otros. Pero lo que sí estoy segura, es que me encantaría "descubrir un nuevo corazón en quien depositar tanto amor", como Blonda escribió. Gracias, amiga. De verdad.




Les regalo el premio a todos. Absoluta y completamente a todos. Pónganlo en donde más lo vean, y crean en que ese día llegará.
Ah! y también los invito a que me cuenten cómo es su final feliz.


19 noviembre, 2008

Viejos amigos




Muy cada tanto una ventanita del mensajero me sorprende titilando en mi escritorio. No es ningún amor pasado, inconcluso o desterrado. Tampoco alguna de mis amigas. Pero así y todo, me arranca una sonrisa distinta. Diferente de las otras, porque me doy cuenta que algunas amistades con el sexo opuesto pueden mantenerse a lo largo del tiempo. Sin cruzar nunca la delgadísima línea invisible que separa la
amistad del interés amoroso

Leo es parte de mi pasado. De aquél donde saltaba de novio en novio, sin fundamentos amorosos de trasfondo. De mi adolescencia rebelde, donde los colores se resumían en uno bien oscuro, y el vaso siempre estaba vacío. De la música estruendosa que invitaba a revolear la cabellera al son del rítmico repiqueteo de la batería. 
Leo es un viejo amigo.

Compañero de andanzas, de salidas de a cuatro, de chusmerío amoroso. De su parte, de la mía.
Compartíamos muchas cosas, ya que era un buen amigo del que fue mi primer novio. Además, en la misma etapa cronológica, comenzó una relación amorosa con mi Hermana. Asique ahí íbamos los cuatro: pululando felices y  huyendo del sol. Sin destino alguno y despreocupados, porque en ese momento podíamos ir así por la vida. Creando nuestras leyes e infringiendo las del mundo real. Adolesciendo...
El tiempo pasó, y yo cambié de novio (porque eso hacía en ese entonces, cambiar de pareja como si intercambiara figuritas repetidas hasta el hartazgo). Unos meses después, él también. 

Al tiempo de terminar el secundario, mi Amiga del Alma (que también pasó fugazmente por las garras de Leo) me pasó su dirección de correo. Hubo agregadas mutuas al msn, y reconmemoraciones de tiempos pasados. De ahí en más, todo se resume a unas charlas cada muy tanto, donde nos ponemos al día en parejas, facultad,  y vida social. De vez en cuando, él pregunta por mi Hermana. Yo nunca por su amigo.

Hoy me sorprendió. 
Tuvimos una conversación no fuera de lo común, pero algo de lo que dijo quedó resonando en mi cabeza. Hizo hincapié en que, a pesar de no vernos ni hablar muy seguido, tenemos la capacidad de descostillarnos de la risa entre tantas desgracias que nos acontecen. Y nos hace bien.
Su ventanita siempre titila cuando necesito ánimos. Como si Leo tuviera el don de poder ver cuándo estoy carente de optimismo, a través del monitor. Y ahí estoy para decirle que se mantenga firme en su decisión de jugar al juego del silencio con su ex novia actual, porque así él lo propuso.

Estamos, aunque no nos frecuentemos. Aunque yo ya no sea la novia de su mejor amigo, ni él la pareja de mi Hermana. Aunque ningún tercero en común nos reúna en su cumpleaños una vez al año. Estamos.

Este último tiempo estuve contemplando mentalmente algún acompañante para ver las obras de Mahler que dan en estos meses. Alguien que no aproveche esa invitación como una entrada a mi intimidad, ni tome ventaja de una salida que no pretende más que compartir las bellas sinfonías. Alguien que tenga un mínimo conocimiento de las obras en cuestión y que sea, a la vez, una buena compañía.

Así fue que terminé invitando a mi viejo amigo. 
Se que con Leo puedo jugar a ser yo misma, sin necesidad de escurrir mi mente inventando preguntas para ahuyentar los silencios ni controlar mis miles de gestos al hablar por temor al ridículo.
Se que voy con la tranquilidad que nuestra amistad genera en el ambiente. Sin supuestos avances ni ocultas indirectas.
Se que es él el acompañante ideal. 

La presencia de Leo me hace creer que todavía se puede guardar amistades en el cajón de los recuerdos. Y que solitos, como por obra de alguien, resurgen para cumplir ese lugar preciado que les pertenece, que se ganaron.
En este caso, ser un viejo amigo.

17 noviembre, 2008

Ejercitando el alma





Cierren los ojos. Imaginen un atardecer anaranjado, con destellos rojizos y rayos de sol jugando a esconderse entre las nubes que dibujan escalones en el cielo. 
Un mar inmenso debajo, con olas que se estiran hasta llegar a rozar los pies descalzos que se hunden en la arena.


Abran los brazos, como si pudieran volar. 
Sientan el viento.


Unos dedos extraños se entremezclan con los suyos. No, no giren la cabeza en busca del rostro dueño de ese mimo. Sientan.

De pronto las formas de esa mano, que ya sujeta la suya, se vuelve conocida. Y con firmeza la sostienen.




Cuando se sientan preparados, abran los ojos.. pero háganlo despacito. Como para que el regreso desde la imaginación deje una sonrisa dibujada en sus rostros.

Y después me cuentan quién sostuvo su mano.






15 noviembre, 2008

En el balcón, su versión

En un comienzo me sentía un tanto perdido, confundido con la propuesta de asomarnos al balcón... y no se trataba de vértigo. 
Allá, ¿no ves? Cerca de la ventana, que corre un vientito y está lindo, dijiste y me quedé un tanto colgado en la rareza del relato, por decirlo de alguna manera. Pero me pareció divertido seguir por ese camino y ver hasta dónde podría llegar el mismo.
Bueno dale, vamos, respondí, y como soy consciente de mis impulsos verbales aclaré: Si me llego a propasar, avisame ¿si? 

Es fundamental aclarar que en ningún momento la intención fue hacer enojar a la muy simpática señorita, pero la verdad es que su sonrisa era encantadora y -tarde o temprano- sabía que algún comentario podría molestarla (ella es muy sensible).

Volviendo a la supuesta realidad, efectivamente lanzaste mensajes un tanto amenazantes:  “no te subas ahí, que te podés caer” ó “y si te caes del 4to piso…”, pero claramente no me importaba demasiado. ¡¿Cómo podría una señorita con tal sonrisa enojarse?! No no no. Y entonces seguí avanzando por el camino.
- ¿Es vitalmente necesario que un individuo sea tu novio para darte un beso? Sólo eso, eh.. por ahora no digo nada más..
Y entre medio me preguntabas sobre calles de la ciudad, como para salir del embrollo - cosa que nunca conseguiste-, 
- Buen intento para desviar, reclamé. Pero para demostrarme que no era esa tu intención, a la vez que te armabas de una fortaleza sutil ante la situación, afirmaste:
- Si surge, y la situación lo amerita, hay besuqueo

Al verme envuelto en tu respuesta pensé que sería necesario decir las cosas con un tono un poco más claro, aunque vos entendías absolutamente todo pero te encerrabas en tu fuerte de comentarios que actuaban como un freno para mi imaginación. De hecho, el freno más evidente no se hizo esperar
- Pero yo no quise insinuar nada con "vamos a la ventana"

En ese momento me sentí como un chico cuando le dicen que Papá Noel no existe. Si en algún momento pensé en la posibilidad de besar a la señorita de la sonrisa perfecta, eso no iba a pasar e internamente me echaba la culpa de ello. Intenté lucharla, pero no funcionó
- Nada que ver; sí corresponde, argumenté; ¿por qué no?, no dije nada raro.. quería ver hasta dónde podía llegar
Una y otra vez. Estaba perdido, y nada lograba hacer cambiar de parecer a la dama.

Miraste hacia abajo y susurraste:
- Tengo frío, voy a entrar
Y ahí dije la frase que terminó por enojarte: 
- Yo, la verdad, te digo que el día que alguien logre llegar a vos, realmente presentámelo que lo felicito. Pero le hago un monumento, de forma impulsiva como no podía ser de otra manera.

Me preguntaste si te abría abajo: ya era el final, querías irte.
Para colmar tu paciencia, agregué:
- Pará pará... te doy mi campera (sonrisas), te agarro de la mano, y ¡tupá! un beso. Y no me importa lo que digas
La respuesta no fue satisfactoria,
- Sabés, si no me hubiera dolido tanto una de tus frases de más arriba, capaz me iba a dormir con una sonrisa. Adiós.





Aunque parezca mentira, esta situación me dejó una pequeña enseñanza: estuve mal en la frase que disparó la discordia, y la idea es controlar ese impulso traicionero para lograr el equilibrio. 

13 noviembre, 2008

En el balcón, mi versión




- ¿Vamos para allá?, y señalé el balcón. Me miraste extrañado, pero seguiste mis decididos pasos.  Hacía calor y afuera un fresco viento adornaba la noche. -Si fumara, éste sería un momento ideal- Y sonreí mientras miraba la gente pasar.

Nos escapamos de la discusión que había surgido dentro de las cuatro paredes que nos sofocaban del calor. Al parecer, el alivio generado por el viento nos devolvió la calma. Y una conversación nueva afloró.

- Es vitalmente necesario que un supuesto individuo sea tu novio para.. ¿darte un beso?, preguntaste mirando al horizonte.
- ¿Estamos hablando de algún sujeto en especial?, respondí con una sonrisita pícara.
- Algún sujeto que podés conocer en el boliche, qué se yo. No es necesario que sea de toda la vida... Pero eso sí, te tiene que gustar al menos físicamente o de cara, teniendo en cuenta que no lo conocés en otros aspectos.
- Mirá, (..) no voy "en búsqueda de..". Si surge, y me parece que la situación lo amerita, sí.. hay besuqueo.
- ¡Qué difícil está la cosa, eh!, y te reíste.
- Un mínimo de conversación tiene que haber. Sino, es sólo una cara bonita. Y mi risa acompasó a la tuya. 
- Vos me dijiste "vamos al balcón". Seguimos hablando, suponiendo que con lo feo que soy te guste un 10%.. y bueno, yo intento algo (mis ojos se abrían grandes grandes, no comprendían).. sutilmente.

Por alguna razón, mi invitación a tomar un poco de aire fue malintencionada por tus pensamientos. Insinuaste que había otras intenciones detrás de mi sencilla huída de la discusión anterior. Como si hubieras leído entre líneas un mensaje que no existía.
Y me defendí.

- Sólo fue un: "quiero tomar aire, y salgamos de esa discusión".
- ¡Sabés que no! No te cierres, y te reías divertido mientras mi cara tomaba una expresión de descontento. - No me desubiqué, aún.
- Estás llevando la conversación a un nivel que no corresponde. No ves que no se puede, con ustedes..
- Sí corresponde, no dije nada raro. Quería ver hasta dónde podía llegar ...
- Retrocediste mil casillas, interrumpí mirándote a los ojos. Silencio.
- Siempre voy a retroceder porque vos seguís buscando todos los detalles. Sos muy cruel en estos temas. Y no me mirabas más.
- Tengo frío, voy a entrar.
- Yo, la verdad, te digo que el día que alguien logre llegar a vos realmente presentámelo que lo felicito. Pero le hago un monumento. ¡Va a ser un tipo fantástico!


De no haber estado a espaldas tuyo, hubieras visto cómo se me llenaron los ojos de lágrimas. Me sentenciabas a una soledad eterna, por mi falta de confianza o mi crueldad sin motivos aparentes. Me alejabas tanto de aquello que yo consideraba mi final feliz. Vos, con quien me reí muchas veces, ahora me decías todo lo que necesitaba para que la risa se transformara en lágrima.
No me permití que vieras esa debilidad. No iba a darme vuelta y bajar mi defensa, para que vieras el daño que acababas de hacer. No.

- Ya fue. Tengo sueño y el toque de queda se pasó hace rato. Con toda mi integridad, te respondí.
- Entonces entrás nomás, ¿porque tenés frío?
- Ajam. ¿Me abrís abajo?
- Pará, pará..

Te acercaste y me diste tu campera a la vez que sonreías, como tramando un plan macabro. La acomodaste en mis hombros, y seguiste el trayecto de mis brazos. Te encontraste con mis manos, y las sujetaste. Firme.
Mis ojos acompañaron el camino recorrido, y pasaron de nuestras manos a tus ojos, en búsqueda de una explicación. Y ahí nomás, sin preámbulo que anticipara tu accionar, me diste un beso.

Fueron segundos, en los que a tus labios no les importaba lo que los míos pudieran decir, y en los que mis ojos todavía seguían haciendo esfuerzos sobrehumanos para retener el llanto.
Era nuestro balcón, nuestra pelea, nuestro beso. Y fueron segudos que, de haber estado bajo otra circunstancia, podrían haber durado minutos.


Sabés, si no me hubiera dolido tanto una de tus frases, quizás hoy me iba a dormir con una sonrisa. 
- Uy..
- Dejá, le pido al portero que me abra.. ah, y gracias por la campera.


Y me fui, con el sabor de un beso nuevo y el eco de unas palabras que seguían resonando en mi cabeza. Me fui, y vos te quedaste ahí, inmóvil, detenido por mi pensamiento y mis palabras. En el balcón, nuestro balcón.