No es mi culpa si no atiendo alguno de los tres llamados diarios que recibe mi celular, ni respondo los incontables mensajes que llenan el buzón de entrada siempre bajo el mismo nombre. Mucho menos la falta de ganas que siento, a veces, de hacerlo.
No es mi culpa que me quede con besos guardados en algún rincón del alma, que escatime cumplidos y niegue los que recibo, que frunza el ceño cuando escucho promesas.
Es que de tanto silencio uno se acostumbra a la quietud; de tanto hablar para nadie, de tanta falta de atención, uno va olvidándose de preguntar, comentar e incluso destacar los pequeños detalles que se camuflan entre la rutina.
De tanto recorrer las calles sin compañía, siguiendo el acoso del reloj y tras la estela del estado de ánimo, terminé por olvidarme cómo era eso de seguir el paso de otra persona, a frenar en los semáforos en rojo como excusa perfecta para darle luz verde a los besos tiernos, a caminar sin apuro por barrios nuevos con los últimos rayitos del sol veraniego como testigos.
Pasa que de tanta decepción, de tanto dolor, de tanto miedo, me volví arquitecta de mi propia coraza y levanté un muro difícilmente penetrable detrás del cual puedo guarecer besos, te quieros, y demás palabras que no me salen decir por temor a que se desvanezcan apenas las dejo libre. Porque el espacio que dejan cuando nadie se las guarda para sí es tan frágil que se quebraría fácilmente, incrementando el miedo, el dolor, la decepción.
No es culpa mía esta costumbre de preservarme, lo sé.
Y sin embargo vos estás ahí, queriendo saber por qué -de pronto- me quedo en silencio con el ceño fruncido mientras hablás de promesas que no me interesa escuchar, apurando mis pasos. Dándote la espalda. Detrás de mi coraza.
10 comentarios:
Me conmovió. En ciero sentido, me identifico con la costumbre de preservarme.
Saludos
De a poco florencia, de a poco....
ya vas a poder con todo lo demas, y la costumbre de la soledad se va a transformar en compañia!!
Es normal que un corazoncito roto y mal sanado, se arme de una coraza casi indestructible...
No te reto por que seas mala onda, que guardes sentimientos y que seas desconfiada, te reto por que no queres intentarlo.. Porque aun conservas en el recuerdo los malos momentos de aquel señor de acento extrajero (jajaja muy poetico)
NAda florencia ya esta, ya paso, no lo trates mal, trataloooo bieeen.
Cualquier cosa si te hace mal lo vamos a buscar y lo patoteamos juntos!!
Besos
EL DOC
PD: alimentate bien esta semana :Ñ
Esa soy yo, la que por miedo no se arriesga a nada y se queda sola. Me tocó mucho tu post, y personalmente justo en este momento estoy tratando de hacer algo para hacer más vulnerable esa coraza.
besos!
"Es que de tanto silencio uno se acostumbra a la quietud"
Me pasa. Lo siento.
siento cada palabra en mi oido como si fuera el eco de mis palabras, pense que no volvería a no fruncir el ceño, a dar la espalda,pero algo.. raro... esta pasando... y quizas... este queriendo cambiar....
quizás.... lo logres vos también!
besossss
A veces es todo lo que dijiste, a veces (también) es que uno aprende a vivir en soledad, deja de verla como algo malo, entiende sus libertades y se acomoda. Luego, claro, cuando vuelve al estadío de compartir…es como que no tiene ese ritmo, no se tiene ese feeling…pero es cuestión de acomodarse…tanto uno…como el otro.
Salutes!
No tengo palabras... me hiciste recordar tantas cosas a la vez, sobre todo, las veces que me encerraba en mi habitación a escuchar esta canción...
Flori:
El día que dejen de emocionarme "así" tus palabras es por que yo perdí definitivamente la magia, por que la tuya no se agota nunca.
Suspiros miles con una gotita de angustia, besos grandes amiga...
las circunstancias y los nuevos acontecimientos ameritan nuevas palabras en este espacio.
No te parece?
Acabo de descubrir tu blog y aunque este post es viejo, siento cada una de tus palabras como propias... es díficil a veces abrirse a nuevas personas, nuevas situaciones, desarmar esa coraza que uno se arma a su alrededor... pero no imposible.
:)
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