25 septiembre, 2008

First Date

(...)

Para mi sorpresa, teníamos un cumpleaños esa misma noche. Y yo no salía de clase hasta tarde.  Pero de  alguna manera, los astros se organizaron a mi favor. Y así fue como me perdí un cumpleaños (al que mi amiga asistió, dejándome el papel protagónico en la cita), y me escapé de la clase para salir al encuentro de lo que sería la mejor primera cita
Quedamos en encontrarnos en unos ascensores de la Facultad de Medicina. Mi panza era un océano de nervios, pero iba "en son de paz". Con terror a que se presentaran unos silencios irremontables. Con pánico a lo que se me venía, porque estaba sola con un muchacho 4 años más grande. Nerviosa, pero sonriente.
 
Cuando bajé, no lo encontré. Pasé a centimetros de donde él estaba, incluso lo miré, pero me dije que ese no era él. Volví unos pasos para atrás, y lo llamé al celular. Me dí vuelta para volver a observar a cada una de las personas que estaban ahí, y ví una mano que me llamaba. Efectivamente, era quien no queria que fuera. 
Caminé hacia donde él estaba, disimulando la desilución. Doc, Flori. Flori, Doc. Y Ricky, un amigo de él que se encontró por casualidad con nosotros. Mientras ellos se ponían al día, yo pensaba para mis adentros que mi imaginación necesitaba tomarse vacaciones. Definitivamente, no era ésa la sonrisa ni el tono de voz que mi Doc-Perfecto tenía en mi mente. Pero algo en ese Doc Real me llamaba la atención. "No es lo que esperaba, pero tampoco está tan mal", pensé.
 
Finalmente Ricky tomó un camino distinto al nuestro, y emprendimos el viaje hacia la Facultad de Derecho. Mientras hablábamos de muchas cosas a la vez, me dí cuenta que el caballero que me cedía el paso en cada vereda estrecha, estaba haciéndome sonreír más de lo normal. Y me encantaba. De más está decir que la Sinfonía me dejó hechizada, y sentir sus labios cerca de mi oído cada vez que me explicaba algo, me erizaba la piel.
 
Con intenciones de que la noche no terminara, y como reflejo de que el agrado por la compañía era mutuo, me invitó a cenar. Compartimos más historias, más secretos. Nos burlábamos de la soledad con cada sonrisa que derrochábamos. El frío otoñal no nos impedía disfrutar de una caminata nocturna por las calles de BA. Abrazados. Como si nos concociéramos de toda la vida. Como si esos tres meses de charla detrás del monitor, hubieran transcurrido en una confitería de barrio.
"Somos un roto para una descocida..", me dijo. "Tom y Jerry, El Gordo y El Flaco". Y me miraba con sus ojazos, que encerraban timidez, alegría y un poco de desazón.
Tanto caminamos que en un momento, justo en frente de la Facultad de Medicina, sentí un dolor punzante en mi pantorrilla izquierda que me hizo apretarle el brazo mietras mis ojos se desorbitaban del dolor. 
- ¡Calambre! - le dije casi con lágrimas en los ojos.
Él, como buen caballero y haciendo buen uso de sus 7 años como estudiante de medicina, se agachó gentilmente y me hizo masajes hasta que pude volver a tomar control de mi pantorrilla. 
-Me asusté - me dijo mirándome desde allá abajo. Y ahí me terminó de enamorar. Ahí, con esa frase (sumada a las tantas que había dicho antes), me dí cuenta que era con ÉL con quien yo queria estar. De quien recibir cuidados, abrazos, besos, mimos. A quien yo quería agasajar, cuidar, besar hasta el cansancio.
 
La noche terminó con un regreso a casa en colectivo, sola, pero con mensajes al celular cada dos segundos.
No hubo beso de película, pero sí abrazos de novela. Y tal vez era su estrategia no besarme en aquella ocasión, porque de esa manera se aseguraba (nos asegurábamos) una segunda cita.
Y así fue. Sobrevineron segundas, terceras, cuartas citas. Fantásticas, todas. Y enamorándome cada vez más en cada una de ellas. 

En una ocasión recuerdo que le pregunté cuál era su defecto. Porque todo en él era perfecto: era todo un caballero (de esos que caminan del lado del cordón de la vereda, te dejan pasar primero, te abren las puertas..), muy mimoso,super inteligente, muy ocurrente -y elocuente-. Y entre tantas respuestas que dio, me dijo que "tenímos que vivir el presente, que acorde a las estadísticas no había muchas posibilidades de que termináramos casándonos, y.." , y su discurso continuó pero no podía hacer más que centrarme en esas palabras. No quería casarme con él en ese mismo momento, pero una señal de alerta se encendió en mi interior.


(to be continued..)

2 comentarios:

Veronica dijo...

me hiciste viajar a la facu de med...me hiciste imaginar el momento del calambre y el mirandote desde abajo..perfecto ! ,me encanto en serio...ayyyyy ya queiro seguir leyendo que paso...creo que el amor a primera vista es el que menos funciona...asi que creo q vas bien encaminada....
besos

Flori dijo...

Veronica: Ay que bueno! Me alegra muchiiiisimo haberte ocasionado eso. En serio.
Prontito el gran final. Lo prometo.
Besotes =)