02 agosto, 2013

Corazón mío

Hace un tiempo ya que regresé a mi vieja costumbre de llenar papelitos con frases sentidas en momentos poco oportunos. Vienen rebalsando mis bolsillos de aquellos pequeños trocitos de alma que voy garabateando entre clases de inglés, cuadernos de medicina y alguna que otra charla.

Es que tengo el corazón partido en mil pedazos. 


Y no hay momento del día que pueda frenar la tristeza que carga mi ser. Es imposible armarme de fuerzas para retener las lágrimas e intentar una sonrisa. Es agotador ir sorteando los recuerdos que se cuelan en la rutina sin pedir permiso y que se aferran al corazón deteniéndolo en su latir. 


Mil pedazos. Ni uno más, ni uno menos.


Y a pesar de que los junto y reacomodo las piezas hay algo que parece faltarle. Porque ya no late como antes, enérgico y atolondrado; ya no desprende magia por doquier ni acompasa el sonido de mi risa. Hace un eco sordo, ahora, que molesta al insomnio e incomoda al silencio. Tiene un repiquetear apagado, como si lo hiciera sólo por rutina. Triste. Gris.



Son los mismos mil pedazos que una vez estallaron, pero que con el tiempo logré rearmar.
Son los mismos mil pedazos que se sellaron cuando el amor los envolvió.
Son los mismos mil pedazos que ahora vuelven a quebrarse, porque el amor ya no está.


Es este mi corazón, entonces.

El de los mil pedazos.

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