11 octubre, 2008

Día I: Fumigación


Anoche, después de una larga charla catártica con mi amiga Pizzu, decidí colocar carteles en todo el departamento. Alentándome. Rogándome a mí misma que no flameara la banderita blanca de rendición. Mimándome, con palabras que me gustaría oír pero que el silencio no deja que entren por el balcón.
Amanecí, tras pocas horas de descanso.
Sorprendentemente, la concentración llamó a la puerta del 1º A. Y no iba a ser la única.
Cercano a las once de la mañana, un grito me dejó perpleja. Inmóvil.

"Fumigadoooor"


Como nunca antes estuve en una situación así, llamé a mi mamá. Para preguntarle qué hacer; para que me auxiliara, a la distancia. Pero resultó estar muy ocupada, y no logré solución alguna.
Sonó el timbre, y salí corriendo a ponerme decente. Porque convengamos que el look de estudiante no es el adecuado para dejar entrar ni al fumigador.

Muy amablemente me explicó lo que iba a hacer. Y lo hizo.
Mientras le señalaba el baño y la cocina, me preguntó si no había visto el papel en la puerta de entrada donde anunciaba su visita. Intenté hacer memoria, pero mi atención se centraba en los papeles esparcidos por todo el departamento. Mis mensajes a mí misma, que no sé si el señor llegó a leer.

Fumigó, firmé y se fue. Pero antes dijo "perdón la interrupción". Con una sonrisa cálida, que me hizo pensar que era la primera vez, en mucho tiempo, que me pedían perdón. Y que tal vez la conjugación de ojeras, ojos hinchados y mensajes de ánimo quedaron inmunes frente a mis apresuradas maniobras por ocultarlos.
Ahora yo pienso, ¿perdón por qué señor fumigador? ¿Por hacer su trabajo? ¿Por librarme de las alimañas que pueden salir del baño o de la cocina, y desencadenar una lluvia de zapatillas buscando caer sobre el insecto? ¿Por fumigar mi tristeza con su sonrisa?


Durante el resto del día hice láminas, memoricé conceptos, y hasta me regalé una siesta reparadora. Intenté cocinar, a pesar de mi escasa experiencia en hornos ajenos. Reorganicé los temas que todavía me quedan por ver. Hasta amenacé al silencio con música en la pc, pero cuando sentí las gotitas de lluvia crepitar en el asfalto, lo invité a que se quedara un rato conmigo.

Así fue, entonces, el primer día de este fin de semana de soltera.
Ya no quedan ratitas ni cucarachas, o cualquier clase de bicho considerado "plaga", en este edificio.
Y espero que tampoco queden rastros de lágrimas, en mí. Que al menos se las haya llevado el señor fumigador con su sonrisa y su perdón. Porque la tristeza se quedó a tomar el té con el silencio. Y estimo, tienen para rato.






(Gracias por los ánimos
Me hizo muy bien leerlos cuando me desperté)

6 comentarios:

Malena Ferrini dijo...

Floris, ahora tenés la misión de arrancarle a algún desconocido una sonrisa. Vas a ver que eso también te hara feliz. Si todos hiciéramos ese ejercicio el mundo sería un lugar mejor. b4sos

Veronica dijo...

mmmm viste..la cosas no pasan por que si,,,e fumigador aparecio para llevarse esas malas ondas..y a mitb me paso..que la sonrsa de alguienque no conoces y q te pide perdon...te alegra el dia..y te hace pensar que no todo esta perdido..avanti..y gracias al sr.fumigador

Freia dijo...

Nada sucede porque sí...

Y la lluvia suele limpiar la atmósfera y el ánimo...

Como decía la canción de Silvio Rodríguez:

Si me dijeran pide un deseo,
escogería un rabo de nube.
Un torbellino en el suelo
y una gran ira que sube.
Un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza,
que cuando escampe parezca
nuestra esperanza.
Saludos de domingo desde Madrid

Freia dijo...

Ha salido mal, así que repito el

enlace

Flori dijo...

Male: pucha, qué misión difícil me dejás! Pero sabés qué, yo siempre le arranco sonrisas a los desconocidos.. creo que esta vez me correspondió que ellos me devolvieran el favor. Besotes

Vero: ¿a vos también te sonrió un fumigador? jaja
Besoo

Flori dijo...

Freia: miles y miles de gracias por el link arreglado. Fue el primer tema musical que escuché apenas me levanté.

Cada día reafirmo más mi creencia en que las cosas pasan por algo.
Pero ahora me gustaría saber por qué esto siempre pasa en vísperas de exámen.