Sufren por los números que no cierran y por tener que resignar las vacaciones a la costa, otra vez. Pasan noches desvelados buscando soluciones, ideando planes, creando posibilidades. Incluso sacrifican ese día de descanso para llegar, al menos, a fin de mes. Y todo sin que los hijos, que tan contentos se ven con sus videojuegos y sus actividades recreativas, se enteren.
Las madres lloran cuando de sus hijos se trata.
Apenas nacen, el primer día del jardín de infantes, cuando reciben el título universitario. La sensibilidad a flor de piel y el instinto materno las arroja a los límites de la desesperación cuando la vida de su hijo pende de un hilo. Y entonces las vemos llorar por la televisión reclamando justicia o pidiendo un órgano, sin importarles su vulnerabilidad que queda a la vista.
Yo hice llorar a Papá y Mamá, una vez. Con mi rebeldía adolescente, totalmente injustificada, hice que se asustaran. Sin querer.
Aquella vez comprendí que la atmósfera de seguridad en la cual todos nos movíamos no era más que una simple estrategia de los adultos para camuflar el miedo. Que mis padres eran humanos, y sentían como tales; que hacían lo imposible para que nuestras sonrisas no desaparecieran y dejaran lugar a la preocupación. Y también aprendí que no hay situación más amarga que ver esas lágrimas de decepción caer por sus ojos.
Desde ese día procuré dar los pasos correctos para no encontrarme en una situación como aquella. Recuperé su confianza y nunca más sentí esa amargura oprimiéndome el pecho. Y hasta me contenté con saberlos humanos y equívocos.
Sin embargo pareciera que no alcanza. Porque acabo de ver a Papá camuflando unas lágrimas entre pitadas apuradas de su cigarrillo nocturno.
Sin querer, lo vi. Oculto en la oscuridad del jardín. Y sin querer, me vio.
"Hablá con tu Hermano Grande, por favor. Quizás a vos te escuche. Yo ya no puedo seguir viéndolo cómo desperdicia sus veinticuatro años. Yo ya no puedo seguir viéndolo decepcionarme..."
Mi papá llora cuando nadie lo ve. Y me pide ayuda. A mí. Que se me vuelve amarga cada bocanada de aire y no tengo la menor idea de cómo reaccionar frente a su pedido desesperado.
15 comentarios:
Cuanta verdad... increíble y cierta. Suerte que a veces podemos darnos cuenta de eso antes que sea demasiado tarde.
Ay nena, una sensación de impotencia al saber que no podemos evitar esas lágrimas.
Pero que bueno que puedan apoyarse mutuamente!
Flori, no debes mezclarte en esas decepciones que siente tu padre hacia tu hermano. Son suyas. Puedes salir dañada. Por mucho que él te haya pedido esa intervención.
Te lo hablo como hermana dañada y madre decepcionada.
Creo que son cosas inevitables de la vida de familia, pero coincido con el coment de arriba...más vale que lo de tu papá y tu hno. lo arreglen entre ellos,a la larga todo deja un residuo en nuestra cabecita.Cada uno su vida, aunque suene egoista, porque si no te convertis en una esponja!
Besotes
Espero que tu hermano se pueda dar cuenta solo de lo que está haciendo
"Las cosas caen por su propio peso".
Algún día se dará cuenta
tu hermano, el mayor.
Quien querrá con temor
parar su vida turbulenta.
Algún día con alarde,
llegaran los problemas.
Y entonces, será tarde
Flori, es bueno apoyar; pero sin entrometerse. Él ya no es un niño. Y eso también lo tiene que entender tu padre, aunque duela...demasiado.
Que todo salga bien
Un Abrazo.
Pablo: y cuando te das cuenta de eso, crecés.
Cherry: es cierto que son imposibles de evitar. Pero, al menos, es posible evadirlas.
NOVA: entiendo que el involucrarme sería sólo para ayudar a mi hermano. Ojalá todo resulte bien.
Gracias por las palabras.
Blonda: la realidad es que yo ansío mucho poder ayudarlo. Es mi hermano, a fin de cuentas, y en todo lo que pueda asistirlo, lo haré.
Besos grandotes
Gustavo: ¿Y si no lo hace?
Theo: tenés razón, ya no es un niño. Pero no deja de pensar (y actuar) como uno...
Besos
La vida familiar siempre tiene sus altibajos. Pero ver que tu viejo realmente se preocupa por tu hermano es algo grandioso, con todo lo triste que también es.
Besos.
Es jodido ver a tus viejos llorar. Yo siento que no puedo hacer nada para ayudarlos, me siento chiquita, como que ellos me tienen que consolar a mí, no yo a ellos. Y quiero apaciguar la situación... cuando no salir corriendo.
Estoy.
Beso pañuelo.
Nel.
Diego: supongo que normalmente todos los padres se preocupan por sus hijos. Aunque no siempre lo demuestren...
Besos =)
Cielo: así me siento, chiquita. Pero enorme, a la vez, por contar con la responsabilidad de encaminar a quien debería ser un gran ejemplo.
Gracias por pasar. Besos
Nel: lo sé. Muchas, muchas gracias. Besos para ti.
Ay...me hiciste recordar ésas lágrimas que por mi culpa mi papá derramó también, se me hace un nudo en la garganta.
Yo no veo nada de malo en que intentes hablar con tu hermano, yo lo he hecho con los míos sin que haya motivo de conflicto por ello. Después de todo un hermano también puede ser un amigo y para eso estamos, para aconsejar, para escuchar...Si no puedo contar de ésa manera con mis amigos, entonces con quien??
Espero que la desición que tomes sea la corrcta para ti.
Mil abrazos
Corazón en fusas...
...y muchas, pero muchas ganas de llorar.
Voy a vivir de tu aire mientras pueda...antes de contener la respiración.
Quizás beso y chancho sean sinónimos.
Flori:
Siempre fui tan responsable, actué tan correcta y obedientemente q el día en q mi corazón se desbandó por el dolor de un hombre me encontré imposibilitada de poder recibir consuelos, confort, consolaciones.
Estaba acostumbrada a manejarlo todo, a ser yo la q pusiera el hombro y no dejar q el resto desmayara, y hoy al pasar de los meses he comprendido poquito a poco q si no dejo q ésto salga seguiré muriendo por dentro.
Y aún así me angustio a diario por el dolor de los otros, quisiera evitarles siempre las penas y más aún si depende de mi arrancar sus sonrisas o evitar desdichas, y no siempre puedo, lo intento, lo intento... y mientras batallo con mis propios demonios y duendes privados (también tengo uno como el tuyo, picarón, inteligente y ávido de mi atención), intento por todos los medios enjugar las lágrimas de quienes conforman mi vida.
Te mando un abrazo, gracias por tus palabras, cuando te leo a veces es leerme y eso me inquieta MUCHO.
Besos neni!!!
Yo soy apenas un ebullicionado adolescente de 17 años... Y obviamente si dejé de revolucionarme fué hace menos de 2 meses (de hecho, a quien engaño? Lo sigo haciendo ^^). Lo malo es que me acostumbré a ver a mi vieja llorar :S Yo no lo hago ni aunque me pise un hipopótamo, pero ella lo hace tans eguido que a esta altura del partido me parece normal...
Pero hayc iertas situaciones en las que no los encajo. Es verdad. Nos olvidamos de que son personas normales, como nosotros (bueno... lo que para todos es "Normal"), y nos cuesta sacarlos de un marco que les ponemos desde que nacemos...
I dunno...
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